Por Ricardo Bustos
Cuando comenzamos a esbozar nuestros pensamientos por medio de la escritura, muchas son las veces en que creemos ser impunes por escondernos detrás del texto.
En esta nueva era de las comunicaciones digitales, diversas y variadas posibilidades nos acercan a nuestros conciudadanos para poder intercambiar opiniones y debatir con absoluta libertad sobre aquello que creemos es la verdad, aunque lo cierto es que se trata de «nuestra verdad».
Hoy es moneda corriente, leer comentarios de improvisados periodistas que con mucha falta de respeto en las palabras que utilizan, ofenden a quien no opina como les gustaría. Groserías de todo tipo se pueden leer en todos los foros, olvidando que también participan señoras de todas las edades a quienes no agrada para nada este tipo de expresión verbal.
Está comprobado que si me enojo y lo hago público, alguien se enojará más todavía ante la falta de coincidencias por los conceptos vertidos. Podré opinar libremente de las aptitudes o valores de un gobernante siempre que no afecte su rango o investidura, ya que ello dañaría directamente a quienes por medio del voto dieron su respaldo para ser administradores de los bienes que pertenecen al Estado.
Por estos días, en los que es muy común ver o escuchar al ciudadano quejarse por los innumerables problemas que afectan su diario vivir (léase seguridad, inflación, salud, educación, servicios mal prestados, dólares, etc.), es preciso procurar por todos los medios ubicar las palabras en su justa medida para no agregar más violencia a la ya instalada.
Quizá en otros tiempos razonábamos de una manera más equilibrada y, si bien es cierto que se nos decía “debes tener cordura y meditar antes de opinar» es probable que hoy debamos utilizar aquella célebre frase de un pensador ignorado que nos decía:
«Antes de poner la lengua en movimiento, deberás poner el cerebro en funcionamiento».
Mi verdad no es tu verdad y debo entender que el problema mío es el más importante visto desde mi perspectiva, pero no podemos rechazar la lógica de otros pensamientos porque somos racionales y desde ambos lados tenemos los mismos derechos a creer que así será.
La dirigencia política, deberá tomar en cuenta las opiniones de todos los argentinos porque son los que sufren las consecuencias de sus malas decisiones.
«El que quiere en esta vida todas las cosas a su gusto, tendrá muchos disgustos en la vida». (Francisco de Quevedo)
El autor es: Locutor Nacional-Comunicador
Capiovi, Misiones, Argentina
DNI 7788556
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